Deterioro

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Es ineludible. Se puede paliar, pero no solucionar. Ya sea que opere en nuestras capacidades físicas y psicológicas, las relaciones interpersonales, las dinámicas institucionales, las viviendas, las calles, los parques, las escuelas o las ciudades, la tendencia a la entropía, señalan diversos autores cuya memoria se marchita, es inevitable.
El desgaste de los organismos, de las máquinas, de las construcciones y de las formaciones naturales se vincula con el uso y también con el desuso. Como resultado de sus dinámicas y como resultado de sus estáticas. En diversas teologías, las características de la inmutabilidad, de la tenaz permanencia y de la voluntad inamovible se reservan para las divinidades. Divinidades que no se deterioran, proponen los promotores y los creyentes de religiones que pasan de moda y cuyas devociones pasan también al olvido.
El desgaste de las relaciones de pareja, laborales, políticas, dicen los expertos, se retrasa con actividades que ayuden a revitalizarlas. Se realizan terapias, talleres para la formación y consolidación de equipos, alianzas, propuestas, decretos, se establecen normas, reglamentos, leyes y códigos; se ponen en marcha incentivos, castigos y premios. Hasta que llega algún avezado que llama a la conciencia, al divorcio, a la ruptura, a la reforma o a la revolución, porque esa relación ya se deterioró.
El desgaste en los edificios y otras construcciones de piedra y canto, metal y cristal se da al igual que el de los objetos preciados a los que no queremos que les dé ni el aire y a los que protegemos de ciertos elementos. Objetos que se deterioran por falta de exposición a otros elementos. Nuestros músculos y órganos resisten y se fortalecen a medida que los desgastamos. El reposo para evitar exponerlos contribuye más a su desgaste si no se le alterna con una adecuada dosis de movimiento, que a su vez implica arriesgar que, en vez de que se refuercen, se abrumen, se quiebren o se detengan. Si los usamos, se desgastan, si no los usamos se debilitan.
Hemos visto cómo algunas institucionales atraviesan notables deterioros y surgen quienes las reforman y canalizan, las transforman o las reorientan; de otras no nos hemos dado cuenta de que se desgastaban, hasta que han sucumbido ante los nuevos retos de las sociedades. Nuestras capacidades de aprendizaje se deterioran si no las ejercitamos, y hemos optado por especializarnos en determinadas áreas, lo que nos ha deteriorado la posibilidad de aprender o de dedicarnos a otras actividades. En algunos casos, el menoscabo de nuestras capacidades de aprendizaje se corrige aprendiendo algo diferente (o con alguien diferente) que estimule un planteamiento alternativo de los problemas y de las situaciones.
¿En qué medida los retos de los meses recientes han contribuido a deteriorar nuestra capacidad de responder ante los retos? ¿En qué medida esos retos nos han servido para renovar nuestras capacidades de aprendizaje y de planteamiento y solución de problemas?

*Doctor en ciencias sociales. Universidad de Guadalajara. rmoranq@gmail.com

Comentarios
  • Bertha C S.

    Muy cierto…es necesario ser dinámicos en pensamiento, palabra y obra!

  • Luis Fernando Morán Nungaray

    Pues como dijo don Miguel de Unamuno, el progreso consiste en renovarse y de ahí la frase conocida renovarse o morir, no tenemos de otra, saludos

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar