Desmoralizados

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

Entre levantiscos la moral es mal recibida. Las malas lenguas decían de Gonzalo N. Santos, revolucionario, gobernador que fue de San Luis Potosí, que cuando alguien le propuso atender a las enseñanzas de la moral, contesto: “La moral es un árbol que da moras”. No pocas muertes se le atribuyen al hortelano Santos.
Viene a cuento ese recuerdo pues hoy los políticos, sobre todos los de oposición, aparecen desmoralizados, sin fuerza moral para enfrentar el juego político planteado desde la presidencia de la república. Estos desmoralizados parecen ineptos para ganarle el juego al presidente cuyas “jugadas” no precisamente morales parecen dar por bueno aquello del árbol que da moras.
En el ramo educativo también se notan estos desmoralizados ante una serie de embates a los elementos fundamentales del educación, inmorales en alguna forma. No es cuestión de extrañar los moralismos usados en el pasado para descalificar la educación pública como indeseable, todo por considerarla una forma de control del poder sobre las clases populares, al imponer una educación pública laica. Es un asunto pasado y hoy generalmente aceptado, que ha demostrado su importancia para conseguir una educación universal, aquella que llega sin trabas a toda la población.
Adela Cortina, filósofa española nos recuerda: “Mala cosa el moralismo, eso es verdad. Mala cosa la prédica empalagosa y ñoña en que consiste. Pero sucede que no se trata de eso al recordar que los valores morales son efectivos en la vida pública, sino de distinguir, como hacía Ortega, entre estar altos de moral o desmoralizados como dos actitudes que posibilitan o impiden –respectivamente- que las personas y los pueblos lleven adelante su vida con bien” (Ética en tiempos de crisis, Adela Cortina, El País, 2012).
El escenario de la tragedia en Acapulco, más allá de datos ocultados o exagerados, ha revelado, una vez más, una predica ñoña, empalagosa e ineficaz de parte de la autoridad. Y desde el mirador educativo esa predica nos pone frente a una acción deseducadora. Y eso desmoraliza. Y la causa está en un discurso basado, si acaso, en una moral que evita hacerse cargo de la realidad, a veces a base de medias verdades, como suele decirse, y a veces con justificaciones etéreas hacia un futuro mejor impreciso.
Otra vez Adela Cortina. Las realidades, sobre todo las que lastiman la educación, ante una baja de moral y ante los desmoralizados que se apegan a dicha baja, piden un acto de humanización. Aceptar nuestro “ser humano” capaz de obrar con libertad, ser libre ante la baja moral para “… asumir un «imperativo ético» que se articula en tres momentos: hacerse cargo de la realidad, cargar con ella y encargarse de ella para que sea como debe ser.” Hacer a un lado discursos y promesas, recurrir a nuestra educación que fundamenta nuestra libertad y proceder a “cargar y encargarnos de ella” por terrible que parezca y salir adelante reunidos con los humanos que sufren y quieren, pues están educados, hacer lo necesario para resolver la dificultad.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

Comentarios
  • Armando Gómez

    Tendenciocillo, Fray Miguel, al diatribizar contra el gobierno federal y el laicismo en la educación. La moral, la ética y los valores, siempre han sido esgrimidas desde una supuesta pureza, contra quienes se oponen al regreso de la toxica, castrante y descerebrante escuela confesional. Bueno sería que avalara con evidencias sus juicios condenatorios. Y extraña que no diga nada de la miserable campaña mediatica de las televisoras y de los periodistas destetados de cheque gubernamental, quienes le han de parecer muy éticos y morales, y hasta inodora su maloliencia. Ojalá se informara y sustentara sacerbidad con hechos incontrovertibles, no prestándose a ser eco de kakistócratas en desgracia, y evitar así, despilfarrar, en pocas parrafadas, su prestigio como profesor.

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