Democracia, causas y marchas traicionadas

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

No lo digo yo, lo dice Freedom House, estamos en un punto de inflexión. En una democracia todos tienen voz, así como se respetan los derechos y libertades sin importar el grupo social al que se pertenezca. Es un escenario que dista mucho de la realidad mexicana.
Los movimientos sociales tienden a ser una expresión normal dentro de las democracias, dado que evidencian un descontento o un punto de vista diferente al que expresa y ejerce el grupo en el poder, poniendo en el dedo aquello en lo que se comete una injusticia o cuando se considera que se sufre corrupción e impunidad ante delitos cometidos.
Históricamente han surgido diferentes grupos salidos de los espacios educativos, peleando desde distintos frentes y por diferentes causas en donde resaltará por siempre, por razones obvias, el Movimiento del 68. Sin embargo, pese a los intentos por querer señalar que a partir de ese momento, dadas las consecuencias sufridas por escolares y trabajadores, se logró que la tolerancia y la libertad de expresión prevalecieran en el país, este sexenio se ha encargado de demostrar que cualquier tipo de lucha, causa o movimiento que se pueda organizar no será escuchado y mucho menos atendido, de manera particular los que tengan su origen en algún aspecto académico.
El actual presidente tuvo que sufrir, incluso antes de entrar en funciones, un movimiento llamado “Yo soy 132” que hacía un cuestionamiento directo a su persona que, obviamente, no tuvo frutos; han habido a partir de entonces diferentes movilizaciones como Nochixtlán, las continuas marchas de la CNTE en contra de la Reforma Educativa y para denunciar las pésimas condiciones que se tienen en el sur del país, las marchas de los padres de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, las marchas de jóvenes rechazados por instituciones de educación superior, padres pidiendo justicia por las anomalías en una escuela que propiciaron la muerte de niños durante el sismo de 2017 y así varias más que podríamos referir en la que encontramos dos elementos en común en todas esas causas: la falta de justicia y la presencia de impunidad.
Así que se permiten las manifestaciones y las expresiones, pero finalmente no se brinda respuesta a ninguna de ellas. Pero estamos en un punto de inflexión, lo que puede dar pie a que finalmente se otorgue justicia a quien la merece y la ha demandado. Hay dos factores que me hacen tener confianza y esperanza en que se brinde. La primera es el cuestionamiento que Freedom House acaba de hacer de la erosionada democracia mexicana que nos deja mal parados ante el mundo. La segunda es que, en su afán de los secretarios de educación y del mismo presidente por atacar las propuestas del candidato de izquierda, llevaron al representante del Ejecutivo a decir que se considera traición cuando no se castiga y se deja impune a aquellos que han cometido algún delito. Interesante comentario cuando se tienen a muchos ex gobernadores bajo investigación por desvío de recursos.
Se tienen entonces, unos meses para que se haga justicia a cada causa denunciada y para darle credibilidad a la mal nombrada democracia; de no ser así, en palabras del presidente, se habrá traicionado al país… otra vez. Esperemos que no

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

Comentarios
  • Rafael garduño

    Excelente reflexión que nos obliga a preguntar, qué hay que hacer?
    Y tal vez una de las respuestas sea la de organización directa y consciente, pues las convocatorias a las acciones espontáneas así terminan

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