De protestas y desigualdades sociales

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

En los últimos días hemos presenciado tanto en Estados Unidos como en México, manifestaciones y movilizaciones sociales que, pese a la diferencia en su justificación y origen, ponen de relieve, nuevamente, la profunda desigualdad que existe en ambas naciones.
En el caso de Estados Unidos, nuevamente una acción que revela un racismo latente y veladamente encubierto se hace presente y desata diferentes formas de protesta y repudio por parte de la sociedad civil; es inevitable pensar que esa idea que ha intentado descalificarse, minimizarse y negarse, como lo es la pigmentocracia, esté presente, otra vez, en el pensamiento de muchas personas.
En México, los detractores del actual gobierno, subidos en camionetas que evidenciaban una clara solvencia económica, se manifestaron en diferentes estados de la república solicitando la renuncia del presidente con el argumento de la crisis que han generado en el país, la cual, obviamente, a ellos no ha afectado.
En Estados Unidos, la mayoría de las personas entienden y apoyan la causa, aunque no necesariamente las acciones que impliquen vandalismo o actuar de una forma similar a la manera en que actuó la policía. Preocupa que el presidente, sin ningún sentido empático y desde un lugar de poder, descalifique y condene al movimiento social y ha referido la posibilidad de tomar medidas severas para terminar con las manifestaciones sociales.
En el caso de México, en términos estadísticos y visuales, el apoyo que tuvo la protesta fue relativamente bajo, no genera empatía y no conecta con la mayoría de la población; no hay intención del presidente de reprimir ese tipo de manifestaciones, aunque se percibe una minimización y cierto desdén ante el movimiento.
Por lo general, un movimiento social es generado por una injusticia social que impacta a un sector de la población en condición de vulnerabilidad, provocado por la presencia de un claro abuso de poder.
La discriminación y el racismo representan una de las mayores injusticias sociales que ha prevalecido por siglos y no ha logrado erradicarse; solamente la falta de conciencia, una profunda insensibilidad y la falta de ética harían que alguien no apoyara este tipo de causas.
La manifestación en México, que ya no puedo llamar movimiento social porque no existe una injusticia social de por medio en su protesta, es apoyada por algunos sólo por una cuestión estrictamente política y no por un factor social o humanitario. Hay enormes diferencias. El obrero levantando un brazo increpando a los manifestantes desde un camión tuvo más apoyo e impacto, por ser parte de un grupo vulnerable económicamente.
Hace falta revisar la historia y una mayor conciencia social para entender porque una mayoría apoya a una causa y no a otra. La conciencia se adquiere principalmente en casa y en menor medida en la escuela. Seguimos, en el mundo, manteniendo una sociedad de clases, basada en la ideología de una minoría que, eso sí, tiene más dinero que la mayoría ¿terminará algún día?, parece que no, lamentablemente.

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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