De deseos y querencias para 2019

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

Cada que termina un año y empieza el siguiente solemos armar escenarios deseables, principalmente en relación a la salud, la dieta, el trabajo y la situación emocional de cada individuo, obviamente que también lo hacemos con situaciones colectivas como la paz, la estabilidad social, la justicia y la democracia.
En este sentido, el tema educativo no se queda en el olvido, y menos para quienes nos dedicamos a ello de manera profesional, sobre todo ahora que recién terminamos un sexenio en que la imagen del maestro fue denostada, atacada y lesionada como nunca, donde se emprendió una reforma educativa que llevó como propósito central eliminar los derechos magisteriales, principalmente la seguridad laboral.
Deseos educativos hay demasiados, pero más que deseos y propósitos del mundo feliz y utópico, tales como parecernos a los países líderes de las pruebas Pisa y cosas por el estilo, lo deseable es no perder lo que se hace bien y que ya existe y, no retroceder o caer en contextos donde se sabe por experiencias ajenas, que no van a ninguna parte.
Visto así, lo que no queremos que vuelva a pasar en este país en materia educativa es, entre otras cosas:

1. Que el diseño de una reforma educativa nunca vuelva a caer en manos de sujetos que no conocen el olor a gis y que no han pisado un aula de alguna escuela pública.
2. Que no sólo los niños y jóvenes sean el centro de la educación, sino que también estén en ese lugar los maestros, los padres de familia y las comunidades donde se encuentran las escuelas.
3. Que los maestros no se queden callados y puedan manifiestar sus inconformidades a través de propuestas desde su visión y experiencia educativa.
4. Que nunca más existan líderes sindicales alejados de la realidad del magisterio.
5. Que, por ninguna razón del mundo, los maestros se vuelvan a convertir en moneda de cambio y votos para un partido político o un candidato en especial.
6. Que 2019 no se parezca en lo mínimo a ningún año del sexenio anterior y donde haya no haya certeza para construir una escuela pública que podamos presumir por el mundo.
7. Que los salarios del magisterio no sean nunca más los peor pagados de los países de la OCDE.
8. Que la SEP escuche más voces, no sólo las de los organismos internacionales que gobiernan el mundo.

En fin, seguramente los maestros que se toman tiempo para leernos y seguirnos en el día a día, tienen más ideas para sugerir qué no quieren y qué no de la educación mexicana, lo cierto es que como dicen en mi rancho, y en alusión a la escuela pública y el amor a la profesión docente: las veredas quitarán, pero la querencia, ¿cuándo?

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

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