Cuando las piezas no encajan

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Existe en terapia de familia, basada en la teoría de sistemas, la idea de que las técnicas y las estrategias de intervención que se emplean son decididas en función de las propias características de la familia y no por su eficiencia demostrada en intervenciones anteriores. La lógica es simple: cada familia tiene relaciones, significaciones y dinámicas diferentes, por lo que no responden de igual manera entre ellas.
Podemos identificar un fundamento bastante obvio (en esta forma de actuar) que, lamentablemente no se sigue en muchos escenarios ni tiene una vasta cantidad de partidarios. En este sentido, los últimos años nos han mostrado una tendencia en las autoridades del país para realizar aplicaciones e implementar intervenciones recuperando las prácticas empleadas en otros contextos, muy lejanos a las circunstancias y condiciones que tenemos. Así se han importado, o peor aún aceptado, medidas y políticas sociales, económicas y educativas, por referir algunas, que no necesariamente ofrecerán respuesta a nuestras necesidades particulares.
Centrándonos en el caso específico de lo educativo, en su intención de imponer una forma de trabajo y enfoque a nivel nacional, la situación es aún más compleja porque dentro de la misma geografía del país existe una gran diversidad multicultural, de diferentes lenguas y tradiciones, de diferentes etnias, de diferentes clases, insertos en escenarios naturales que difieren en los elementos que los conforman, en donde se observan diferencias claras en los recursos que se disponen y la infraestructura con la que cuentan, y con una cosmovisión distinta entre grupos y sociedades que interactúan ocasionalmente en los mismos espacios pero desde lugares distintos. Hay muchos Méxicos, pero esto es tan obvio que uno pensaría que no es necesario señalar. Basta solamente observar con detenimiento.
Sabemos que resulta complicado hacer propuestas y establecer formas de trabajo que sean diseñadas para una implementación a nivel local, contemplando las características particulares de las diferentes zonas geográficas o las comunidades, podría ser incluso, para muchos, algo absurdo e iluso, pero lo es tanto como pretender homologar, a través de un modelo, los perfiles de egreso de los alumnos, las pautas a seguir de los maestros en el aula, o los criterios a considerar en una evaluación docente.
En un rompecabezas cada pieza está diseñada para que pueda embonar perfectamente y al final se tenga una imagen completa y clara. Si intentáramos una pieza de otra rompecabezas, se alteraría evidentemente el resultado final, porque, o no encajaría o bien, si la pieza fuera de características similares, mostraría una imagen en la que algo estaría totalmente fuera de lugar y rompería toda la armonía. Hay que mirar entonces los escenarios geográficos como rompecabezas; procuremos entonces que cada política implementada sea la pieza faltante, parte del mismo contexto y, así encaje todo, ahora sí, armoniosamente. Tiene lógica y sentido ¿no?

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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