Corresponsabilidad social o el arte de echar culpas

 en Graciela Soto

Graciela Soto Martínez*

Uno de los puntos que el Secretario de Educación plantea para la transformación de la nueva escuela mexicana y la abrogación de la reforma laboral, es la corresponsabilidad social, la cual consiste en que las familias y la comunidad se involucren en el proceso educativo, alude al hecho de que muchos padres de familia van y depositan a la escuela sus hijos y le dejan todas las tareas, de formación, educación, protección, disciplina, alimentación entre otras que también le puedan asignar.
¿Qué le corresponde a cada uno de los actores educativos?, para poder establecer corresponsabilidad es necesario definir los derechos y obligaciones que tienen dentro de su ámbito, analizar el papel de la escuela en la encomienda del Artículo Tercero el cual habla de una educación que desarrolla armónicamente las facultades de los individuos, fomentando su amor a la patria y el respeto a los derechos humanos, esto entre otras muchas tareas. Así también, la sociedad y las familias son los espacios de formación, ahí se aprende el lenguaje, la comunicación, los valores, acontece el desarrollo físico, se aprenden los hábitos que le acompañarán en su vida, la familia es determinante en las habilidades psicosociales. El papel de la familia en la educación también se encuentra en el Artículo 31 cuando señala que es obligación de los padres o tutores brindar educación preescolar, primaria, secundaria y media superior.
La escuela es complementaria en esta tarea educativa, ambos tienen el propósito de la formación integral del ser humano, uno por parte biológica y social, por pertenencia e identidad de otorgar la vida y otros por una misión y la profesión de enseñar. La escuela en su horario estipulado y con sus métodos, la familia con el resto del tiempo, de acuerdo con sus posibilidades y contextos.
En las escuelas aún se cuenta con familias de diversa condición social que continúan apoyando a la escuela y aun reconocen al maestro como un agente de cambio, le valoran su dedicación y le respetan, reconociendo su contribución a la educación de sus hijos. Así también, se ha observado que hay directivos y docentes que saben motivar e involucrar a la familia, que las acciones que promueven fomentan la colaboración, que suman voluntades y que influyen en la educación de la familia y la sociedad.
No es nueva la propuesta de establecer una alianza con los padres de familia, desde siempre los docentes han trabajado con ellos de la mano, sin embargo, hay que reconocer la problemática que existe, en el sexenio anterior esta relación de la escuela con la familia-comunidad sufrió un franco deterioro, más que colaboración se vivió la confrontación, la cual era alentada con los procedimientos administrativos y con el manejo de los casos que se presentaron, muchos de ellos eran mediatizados focalizando la negligencia o culpabilidad de los docentes y directivos. Fue común escuchar malos comentarios de padres de familia que juzgaron a la ligera hechos escolares, se convirtieron en jueces severos empoderados por el momento social de descrédito de los trabajadores de la educación.
Un aspecto álgido en esta relación han sido las aportaciones voluntarias o mal llamadas cuotas, las cuales son parte de un discurso contradictorio del sistema, se tiene amplio conocimiento de que la escuela no cuenta con presupuesto para el mantenimiento físico de la infraestructura escolar y que cada alumno requiere de materiales educativos, que es con el apoyo de las asociaciones de padres de familia y los consejos de participación social y sus aportaciones (que está muy lejos de ser voluntarias) lo que ha ayudado para que las escuelas tengan espacios dignos.
El discurso oficial y partidista hizo de esto un lema de campaña “no a las cuotas” y amparados en estos espectaculares y la gratuidad de la educación, muchos padres de familia se niegan a colaborar con el mantenimiento de las escuelas y los materiales de sus hijos, y a partir de ahí más problemas, que si hay mal manejo del dinero por los directores, que si los tesoreros con un poco de recurso y en contextos de pobreza y desempleo se roban lo recaudado.
Han crecido también los problemas de abuso sexual, acoso escolar y vuelven a poner la mirada en la escuela como sitio responsable, el lugar para las culpas, por acción o por omisión se le señala, en una problemática de abandono o descomposición social es que suceden estas patologías, que al presentarse en algún contexto escolar y al desplegar el protocolo, el miedo que se tiene es que le imputen responsabilidades a los que están tratando de ayudar. Estos procedimientos que ahora están legislados y que pueden llegar a cargos penales y a ceses ponen al maestro muy vulnerable.
En los niveles educativos o en la oficinas administrativos se han recibido quejas de diversos tipos de los padres de familia, algunas depositadas en fiscalía, las cuales sin mediar investigaciones serias se convertían en acusaciones formales que en ocasiones derivaron en aplicación de medidas cautelares.
Por la importancia que tiene el hecho de afianzar esta relación familia-escuela que los haga partícipes del proceso educativo y no partir de presuposiciones, es necesario dejar claro el papel de la educación y el de la familia, se requiere revisar la normatividad vigente la cual establece la participación de los padres de familia, para actualizar dichos lineamientos y replantear los derechos y obligaciones de los padres, madres, tutores.
Hay que reconocer los tipos de familias que existen, la diversidad se hace presente, en ocasiones son padres o madres que lejos de poder brindar apoyo están requiriendo ayuda inmediata. Otra situación que se dificulta es la asistencia de los padres de familia a las reuniones, algunos se desempeñan en el sector productivo y en lugares distantes de la escuela, por lo que hay cierto desfase del planteamiento de formar asociaciones, consejos y comités, infieren que los padres están atentos al llamado de la escuela y cuentan con el tiempo suficiente, esto es ya difícil tanto para la escuela como para los padres. Por lo cual, es necesario innovar en esta relación estableciendo otros modos de comunicación y participación.
Se requiere asignar un presupuesto al mantenimiento de la escuela para que los docentes y directivos no mendiguen un apoyo o colaboración que es una tarea del estado y de la sociedad. O bien, si es tarea de los padres de familia apoyar a la escuela, que exista claridad desde la Secretaría de Educación para que no simulen una gratuidad a medias.
Así como se imputan responsabilidades a los docentes y directivos que incumplen los protocolos, los cuales deben revisar qué le corresponde a la escuela dentro de esta situación, así también imputar responsabilidades a los padres que no hagan su parte en la tarea de formación de sus hijos, ya que el abandono social va a afectar a toda la sociedad.
También se requiere premiar y reconocer los esfuerzos tanto de padres y maestros que muestran con sus hechos que la educación les importa, que trabajan y se esfuerzan por su comunidad, éstos son los casos que merecen ser difundidos y mediatizados, los que muestren el camino del cambio. Esperamos que Esteban Moctezuma proponga algunos puntos para la sexta sesión de consejo técnico y que se traduzcan en acciones claras y positivas, ya que son parte del nuevo discurso educativo vigente.

*Doctora en Educación. Jefa de Sector de Educación Preescolar en la SEJ. grace-soto@supervisores.sej.gob.mx

Comentarios
  • Esther Sánchez Parra

    Excelente aportación. Siempre es y será necesario el apoyo de los padres de familia en la gran tarea educativa. Resulta imprescindible que el trabajo se realice de manera conjunta: Estado/ sociedad, no podemos realizar esta tarea de manera aislada.

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