Correr el riesgo de la evaluación

 en Graciela Soto

Graciela Soto Martínez*

“Es cierto que el sistema educativo requiere de cifras y datos
que permitan generar indicadores, pero en ocasiones pareciera
que la preocupación central
es entregar evidencias de que se hizo algo.
Por ello, se deben considerar las necesidades de los alumnos,
del profesor, de la comunidad y de la institución.
Lucía Mendoza

Ha llegado el momento de evaluar el ciclo escolar, la evaluación final que es más bien el diagnóstico de un nuevo ciclo, un final que sabe a principio, que representa un nuevo comienzo, es la ventana de una realidad diferente en cada caso; es el término de un etapa y a la vez el punto de partida del siguiente ciclo en el que se asoma cada vez más firme la posibilidad de reanudar clases presenciales en la escuela.
La evaluación está de moda, los tipos y modalidades toman auge para valorar un ciclo escolar que ha sido diferente, la educación a distancia lo ha caracterizado, ahora toca realizar el cierre de una evaluación sumativa que nos impulsa a buscar y buscar elementos de donde agarrarnos, con el propósito de que los juicios sean lo más justos posibles.
Con los grupos de seguimiento y grados de presencialidad se obtienen algunos datos curiosos o relevantes, uno de ellos es el lenguaje florido obtenido del medio social y familiar, los niños en su interacción con su maestra y compañeros se expresan con palabras como “guey” o “cabrón” entre muchas expresiones que reflejan el lenguaje común que se utiliza en su entorno. Otras experiencias hablan de niños que parece que tienen problemas de articulación cuando en realidad es que no han tenido con quien conversar, su universo ha sido reducido a pocas personas las cuales no hablan mucho. Otros niños prefieren interactuar con su tableta o celular a dialogar. En estos casos no se observa que se esté priorizando el interés superior de la niñez referido en sus derechos o el Artículo Tercero Constitucional.
En el lenguaje de los niños, que a la vez muestra su desarrollo, se puede observar que este año se aprendió de un contenido social, saben del vocabulario del coronavirus, de los mensajes celulares, de la televisión, noticias, vacunas, de pérdidas familiares y a la vez falta lenguaje formal estructurado. El lenguaje escrito al igual esta segmentado, poca lectura literaria e informativa impresa, que muestra ausencia de sistematización.
Otra situación observada en este acercamiento para la evaluación, es la falta de hábitos de diversos tipos, de uso de los materiales, del cuidado de las cosas del orden, de la estructura del tiempo, hoy los padres y madres batallan con los horarios para atender el llamado a un grupo de seguimiento, se han perdido algunas rutinas que la escuela promovía como el horario para dormir y levantarse, el tiempo fijo de comida o de realizar tareas, esto se realiza de acuerdo a la familia, al coincidir en el espacio escolar se vuelve el trabajo de las rutinas y los diversos órdenes que establece, menuda tarea nos espera para reinstalar una nueva estructura organizativa en niños y adultos en los que prevaleció un orden diferente que sabe a desorden.
Sin información no hay evaluación, es un elemento de este círculo virtuoso, sin embargo, ¿dónde enfocar la mirada?, ¿qué evaluar?, a manera de propuesta y reflexión.

EVALUAR

La sobrevivencia. tal vez perdimos clases, pero estamos vivos.
El reclamo social de los más vulnerables durante este tiempo. La exclusión que provoca la desigualdad y la brecha de la tecnología.
Los niños en la calle, en las plazas, los trabajos de sus padres, en casa de los abuelos o familiares, tianguis, en los camiones.
La distancia social medida en metros y en desatención de situaciones esenciales. Lo que no se pudo hacer durante el año se permitió en las campañas electorales.
Los trabajos perdidos de los padres y madres de familia que hoy son el mayor reto, la recuperación de su economía familiar.
Lo que la escuela no pudo realizar, las carencias para acompañar en donde la sociedad y la salud te limitan. Una propuesta educativa que se quedó corta ante la realidad en cada hogar, en este aspecto reconocer al alumno y su familia como protagonistas de los aprendizajes que hoy se tienen.
La fragilidad de una escuela agrietada, vandalizada, los que la debería cuidar atentan contra la esperanza de mejora de su comunidad, por un lado, y por otro la fuerza de la escuela, su edificio que resiste tempestades y ataques virales, que se mantiene de pie y espera de nuevo las voces de todos, que llenen cada uno de los espacios.
Los errores cometidos, los viejos errores de la educación tradicional y los nuevos errores de la educación tecnologizada, que seguimos y seguiremos cometiendo. Fallar y volver a intentarlo es característica del ser humano.
Lo que se va a registrar en la boleta, que sirva de algo, sea un apoyo para que el alumno se quede en la escuela, si no mejor no escribir nada, recordando el poder de las palabras y pensando en que los que se atreven a decir algo si no saben por las que se ha pasado.
Una familia que intenta que el niño haga la tarea, cuando el desea hacer de todo, menos la tarea y esto se convierte en la lucha de cada día, con la obsesión por las evidencias y los aprendizajes que no es fácil observar porque son procesos.
Los retrocesos, lo que ya se sabía, pero quedó en el olvido y ahora no se recuerda con claridad.
A los maestras y maestras que tienen mucha información, registros, actividades, experiencias y a los que los que no la tienen, porque el celular se descompuso, los papás no contestaban, los alumnos no estaban dispuestos. A los que hicieron su mayor esfuerzo y a los que pasaron de noche.
Los logros del ámbito que sean, aprendimos a ser pacientes, a valorar la compañía, a no juzgar a los demás, a ser compasivos, a estar en soledad, a tener miedo, a ser valientes.
La actualización forzada por las necesidades en relación con el uso de las tecnologías, las redes sociales que nos mantuvieron comunicados con todas sus particularidades.
La evaluación sumativa que se realiza ¿Será el final de una pesadilla o solo una pausa en el camino de la nueva normalidad? ¿Es todavía un momento crítico que da paso a otro de conciencia? El reto es la evaluación final del año escolar sea la bisagra o el puente que permita recomenzar otro ciclo, en el cual podamos volver a sentir al otro cerca, que de paso a lo que vamos a emprender juntos.
Por permanecer en la escuela, por los alumnos que piensan desertar, por los que todavía no conocen su escuela, los que llegaron a primer grado en esta condición, por regresar al sitio de los aprendizajes vamos corriendo el riesgo de la evaluación.

*Doctora en Educación. Jefa de Sector de Educación Preescolar en la SEJ. grace-soto@supervisores.sej.gob.mx

  • Gabriela

    Exelente

  • Irma

    Me encantan los planteamientos, análisis y conclusiones que Usted hace Dra. Grace.
    Me quedo con la parte de valorar el estar vivos, con la convicción de que aprendimos de lo afectivo y emocional, de lo tecnológico y la comunicación virtual, confirmo que el enfrentarse a retos moviliza las capacidades. ¡Y vaya que enfrentamos y resolvimos situaciones de lo más insospechadas. Me quedo también con lelo compromiso de generar y sumar estrategias para que los más posibles avancen, que nadie se quede atrás.

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