Convivencia en la educación

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

Convivir se suele utilizar para referirse a una reunión de personas en la cual hay motivos para estar contentos, alejados de las obligaciones cotidianas, gozosas, con pláticas sencillas y cordiales, alejadas de formalidades o cortesías fingidas. Convivir es un rato para “pasarla bien”.
En el mundo de la educación, la convivencia escolar se ha significado como un modo contrario a la violencia escolar. La realidad del fenómeno del “bulling” en las escuelas, sobre todo en la educación media, ha dado lugar a significar la convivencia como la solución a ese fenómeno. Por ejemplo, se promueve la convivencia con procesos variados tales como el cultivo de una cultura de paz, con la cual se trata de lograr un modo pacífico de resolver los conflictos entre estudiantes y entre estudiantes y maestros. En nuestro país se han propuesto y aplicado tres versiones de programas de convivencia, el más reciente insistía en la educación emocional de los estudiantes.
Ante la persistencia de los fenómenos de violencia escolar se ha buscado profundizar la intelección de la problemática y, por tanto, una resignificación de la idea de convivencia. Así, se abandona la idea de definirla como lo opuesto a la violencia y se avanza hacia concebirla a partir de profundizar en uno de los pilares de la educación propuestos por Delors en su trabajo titulado “La educación encierra un tesoro”, patrocinado por la UNESCO varios años atrás. El pilar en cuestión es “aprender a vivir juntos” es decir “aprender a convivir”.
Ahora, convivir es un aprendizaje por lograrse mediante la educación y lleva a comprender la convivencia como un modo de ser de las personas ante la realidad. Un modo de ser es diferente de un modo de tener y de un modo de hacer. Erich Fromm, psicoanalista, en los años noventa escribió un libro titulado “Tener y ser” publicado por el FCE. Ahí desarrolla este tema:

“…rara vez vemos una prueba del modo de existencia de ser, y la mayoría considera el modo de tener como el modo más natural de existir, y hasta como el único modo aceptable de vida. (…) estos dos conceptos están enraizados en la experiencia humana. Ninguno debe ni puede examinarse de manera puramente abstracta e intelectual; ambos se reflejan en nuestra vida cotidiana y deben tratarse concretamente.”

Propone la situación de aprendizaje para ejemplificar los dos modos:

“En el modo de tener los estudiantes asisten a clases, escuchan las palabras del maestro y comprenden su estructura lógica y su significado… escriben en sus cuadernos de apuntes todas las palabras que escuchan; … pero el contenido no pasa a ser parte de su sistema individual de pensamiento, ni lo enriquece ni lo amplía”. “En el modo de ser, el proceso de aprender es diferente. Se nota en su relación con el mundo… han pensado en los problemas que se tratan en las clases, y tienen en mente ciertas cuestiones y problemas propios… En vez de ser recipientes pasivos de las palabras y de las ideas, escuchan, oyen, y lo que es más importante, captan y responden de manera productiva y activa. Lo que escuchan estimula la actividad de su pensamiento. En su mente surgen nuevas preguntas, nuevas ideas y perspectivas…”

Convivir es un modo de ser que influye en los pensamientos, sentimientos y acciones.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

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