Conciencia ecológica-sanitaria

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

Mientras en la biodiversidad microscópica se reproduce geométricamente el virus del Covid en su versión Ómicron y exponencialmente crece la preocupación por la salud pública; el placer de los buenos días se disipa y el caprichoso clima de enero azota el espacio geográfico de una parte del país.
Después de las parrandas navideñas, nuestra conciencia social retadora se mueve en sentido inverso al desarrollo de la conciencia ecológica-sanitaria necesaria para este momento demandante.
Después de la catarsis hedonista que se extendió por cerca de un mes, muy necesaria desde la dimensión socioemocional, hoy tenemos tiempo de preocupaciones del hoy y el mañana, de retomar con nuevos bríos el cuidado personal y de subrayar con negritas la salud como prioridad.
Después del libertinaje económico-comercial consentido, tiempo también de que las mesas de salud tomen la voz de nuevo en su presupuesta habilidad comunicativa frente a las camaritas y los tomadores de decisiones ensayen nuevas restricciones, de cuyo impacto sólo tenemos hipotéticos beneficios.
Regreso escalonado y optativo en educación básica por ejemplo, entre algunas medidas.
Las escuelas como corazón de las comunidades, la urgencia de datos que convenzan sobre la racionalidad de las medidas políticas y sanitarias.
El reiterado interés superior de los niños, niñas y adolescentes y su derecho a una educación de calidad en situación de baja conectividad. La franja de rezago, el círculo vicioso de trabajar pedagógicamente en el sótano de la nivelación y recuperación.
El ausentismo del personal por razones de incapacidades médicas.
Las escuelas como nichos ecológicos huérfanos para formar nuevos valores y comportamientos sobre el ya permanente desafío sanitario.
La ciudad como jardín vivero del bicho, el metro, los aeropuertos, tren ligero y sus aglomeraciones, los autobuses y camiones, el irremediable encuentro con los otros; las filas para atención médica en SSA, IMSS e ISSSTE, la cita de fichas, la impaciencia de los enfermos, la desesperación de los incapacitados, la burocracia irredimible de los centros de trabajo, la productividad flaca, la vida de las escuelas asintomática.
Si hay necesidad de un ejercicio de autoridad de paquetes restrictivos entonces una parte de la ciudadanía no está colaborando como las condiciones climáticas y de pandemia lo exigen.
Nuestra capacidad de reacción y profilaxis se muestra ineficaz y tiene un área de mejora bastante amplio.
La ciudad imparable convertida en cortina de humo, su aire como pretexto para pingües negocios como la verificación responsable. Más stress, más pagos, los policías viales a la caza de los asediados automovilistas y contribuyentes.
La práctica de gobierno que improvisa y no serena.
Las cajas en las oficinas recaudadoras hiperactivas.
El retorno de bienes lento, ausente de bienes colectivos como la seguridad y calidad de políticas públicas del medio ambiente.
La máscara carnavalesca participativa del uso del dinero recaudado, la ocurrencia del “presupuesto participativo”.
La creación anual de nuevas brechas entre las castas de los habitantes de un territorio objeto de deseo de partidos y gobernantes dados a luz en la última gesta electoral.
El tenue equilibrio de la agenda pública en materia de Ecología, la coordinación fugaz, las dudas sobre el impacto de sus acciones que bien soportan la velocidad expansiva y los cambios de uso de suelo y emisión de licencias.
Posicionar el tema de la sustentabilidad y de la formación de la infancia y la adolescencia, primero en materia de educación para la salud y enseguida en materia de Ecología, ha sido insuficiente para formar ciudadanos prácticos y reflexivos el respeto al medio ambiente incluyendo las relaciones humanas y sociales que se dan en el mismo.
El ecosistema dónde interviene el hombre y su extensiva expansión, sus crecientes asentamientos y consecuente depredación de recursos naturales como el agua.
La higiene colectiva como factor central en la emergencia sanitaria que provoca el virus Covid-19 y sus recurrentes cepas y manifestaciones.
El efecto secundario de la convivencia, la proliferación de nueva cuenta de los contagios, las nuevas restricciones de la movilidad en algunos estados; otra vez el debate sobre el retorno a clases y su postergación por algunas mesas de salud en algunas entidades federativas.
La vulnerabilidad de las niñas, niños y adolescentes, de los jóvenes, el derecho superior a recibir educación de calidad en sala de espera.
En un país donde ya se tiene la vacunación extensiva y dónde hay cierto sentir colectivo de tranquilidad por la inminente vacuna de refuerzo, el Ómicron sigue teniendo un impacto devastador en la psique de una franja de personas cuya salud emocional aún no se reinstala.
La red social donde descansa el equilibrio cimentada en el pilar de la economía y el empleo también está en tensión.
Los datos del INEGI reflejan que la recuperación de los empleos y el control de la inflación no han llegado a los niveles de antes de la pandemia. Las comparaciones alegres de crecimiento de nivel de empleos en estados como Nuevo León y Jalisco no ilustran administración pública eficaz, sólo expresan la lectura miope y de franca tendencia política justificatoria, pues estás economías han sido históricamente privilegiadas en el contexto nacional.
Además el supuesto crecimiento de empleos no tiene correlación con un buen desarrollo de sus sistemas de salud y con el manejo social de la pandemia.
Poco por hacer por la gobernanza en materia de salud pública cuando hay un manejo irresponsable y se regatean fundamentales como la sana distancia por parte de la sociedad, poco por esperar del impacto que puede tener en términos de detención de la curva de contagios solo limitando la asistencia a las escuelas.
Cómo en las epidemias de cólera del siglo XIX que dependían de los hábitos de higiene entre otros factores o en las cíclicas epidemias de animales domésticos, como las aves domésticas o el ganado porcino en las que la proliferación de las enfermedades se da por hacinamiento y por contacto, la dinámica en la que deviene el contagio del Covid-19, hoy el virus Ómicron por su alto índice de contagio sigue dependiendo de protocolos básicos como la sana distancia y los hábitos de convivencia.
Saber qué hacer en este nuevo escenario está por aprenderse.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

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