¿Cómo nos volvemos responsables?

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

El título es directo, dado que alude a reflexionar en torno a en qué momento cada persona decide apropiarse del valor de la responsabilidad, lo cual, por increíble que parezca, no es fácil y no todos o todas lo logran.
La responsabilidad puede tener, al menos, 3 sentidos pragmáticos claros, obviamente interrelacionados, pero al mismo tiempo con implicaciones personales y sociales distintas.
Como primera opción, la responsabilidad hace referencia a las obligaciones que cada persona contrae o tiene dentro de una organización social, ya sea familia, escuela u empresa, entre otras, que lo obligan legal o moralmente a realizar ciertas acciones para obtener algún tipo de beneficio o logro de objetivo; la ley de responsabilidades de los servidores públicos, que regula el actuar de muchos y muchas docentes, es un documento paradigmático en el que están plasmadas muchas de estas obligaciones.
El segundo sentido tiene un carácter completamente ético: el otro es mi responsabilidad. Lamentablemente es uno de los sentidos que menos desarrollo y aparición tiene en lo social, pero tendría que ser un imperativo categórico en el más puro sentido kantiano: si veo al otro como mi responsabilidad, entonces lo procuro, atiendo, cuido y velo porque tenga condiciones óptimas para que pueda vivir. De esta manera, la compasión, la solidaridad y el cuidado parental son ejemplos de la forma en que se manifiesta esta faceta de la responsabilidad. Cada uno, cada una, es responsable de su semejante; si todos lo viviéramos, entendiéramos y aprendiéramos así, muchos de los problemas sociales que existen, como la delincuencia, la discriminación o el clasismo, no tendrían lugar ni cabida.
El tercer y último sentido, para los fines de este texto, viene dado por la asunción de las consecuencias de los actos, las palabras o las decisiones que cada uno toma. En este punto, la responsabilidad no puede deslindarse o delegarse, los demás no pueden ni deben asumirla, cada uno debe tener el valor de aceptar lo que venga a partir de lo que hacemos y decimos.
Sin embargo, hay un carácter abstracto en el entendimiento de la noción y experiencia de responsabilidad que hace que no todos puedan vivirla. ¿Cómo enseñamos a alguien a ser responsable definitivamente va del lado del aprender a ser, por lo que no es fácil? El ejemplo siempre será una opción, sobre todo el que viene de casa. Pero qué ocurre cuando no hay quién asuma esa responsabilidad en casa; hay cosas y acciones que la escuela no puede reemplazar o suplir, no por capacidad o disposición, sino por significatividad para cada infante o adolescente.
La responsabilidad, en los tres sentidos explicados, es un pilar, cimiento, estructura, todo, y ello se forma en un solo lugar; dejemos ya entonces de delegar o deslindarse de ella, que cada uno se haga responsable. Ya es tiempo ¿no?

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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