Co-valoracion de la docencia

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

El reconocimiento mutuo entre docentes es uno de los componentes del capital socioemocional de la profesión.
La trayectoria docente se construye con una especie de certificación gremial de tradición oral basada en el re-conocimiento del paso por las aulas y escuelas, del paso previo el servicio educativo que registra indeleble en la hoja de servicio, presencia en las comunidades, cariño por las mismas y resultados.
El afecto intangible del educando que se manifiesta también de variadas maneras es otro componente de ese capital socioemocional y socioafectivo en el que deviene la construcción del ser y hacer del docente.
La palabra de afecto y de agradecimiento del educando tiene poder en el educador que le acompaña en su travesía en perspectiva de aprendizaje; le forma, le enriquece su valía.
El fin de un ciclo escolar marca en la hoja de servicios de muchos, un año más de antigüedad, un año más de experiencia por ser asimilada.
Un año más de experiencia en un marco de celebración de cambio democrático en los niveles del poder ejecutivo federal y estatal.
Dos instantáneas diferentes: el líder nacional del SNTE al lado del presidente y la Secretaría de Gobernación, los líderes de las dos secciones en Jalisco con cubrebocas al lado del gobernador en el marco de la pandemia. Dos proyectos, dos visiones: Nueva Escuela Mexicana versus Recrea, dos coyunturas, dos mensajes, los encuentros deseables.
Entre profesores se siente bien cultivar una cultura del aprecio del trabajo del otro, contribuir a la revaloración, a veces esperada en una sola vía de la sociedad; nos viste hablar bien del otro y reconocer más allá de discursos oficialistas o sindicalistas pasajeros la urgente profesionalización mutua, el necesario diálogo a favor de la infancia y la juventud.
Si bien, el trabajo en el aula es tantas veces solitario, nadie se apropia de los componentes del oficio de educar sin la tutoría formal o informal de los colegas; nadie domina el arte y ciencia del magisterio eficaz sin la capacidad de observar el hacer del otro, sin la capacidad de aprendizaje vicario, sin la transmisión horizontal de trucos y estrategias.
Puntualicemos que valorar no es aceptación acrítica ni justificación a ultranza de todas las conductas.
El buen hacer existe y hay que aprender de ellos, la academia tiene sus propios filtros y todos sabemos que es una dimensión del liderazgo académico que se constituye gradualmente.
Nos cuesta trabajo hacer sinergia gremial y hay muchos prejuicios y juicios sobre el ser maestro que pueblan el imaginario desde los primeros días en la docencia.
Las relaciones de trabajo, la convivencia cotidiana, a veces genera condiciones de conflictividad, de desencuentro con el otro.
Las más de las veces no por el enfoque de hacer magisterio a favor del niño sino por los tiempos y grupos políticos, por la estructura misma de operación, el control y gobierno sindical. La reforma Balcanizó más el tejido social de los profesores, creó nuevas brechas; hizo sentir como nunca la orfandad sindical de los evaluados.
Hacer política oportunista y coyuntural no contribuye a la integración; simular amnesia, no contribuye a la convivencia gremial ni al debate de altura.
En materia de organización política y de unidad hace falta trabajo, hace falta organización y preparación política, hace falta cimbrar desde sus bases –hoy que están de moda los temblores– el edificio imaginario del corporativismo sindical.
Los tiempos de transición sindical están por venir y habrá que discriminar trayectorias y asumir la responsabilidad de transformar realmente el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Aprender a leer Psicopedagogia en los textos académicos no es tampoco trabajo exclusivamente individual; leer ciencia pedagógica es también el arte de conversar, de plantear al oído del otro la exégesis personal para consolidar el propio método de trabajo.
La ciencia y el arte de enseñar también implica el arte de hacer preguntas y acercarse con humildad socrática a quien suma experiencia y saber reconocido.
Ese es parte del sentido colaborativo del oficio que se descubre desde muy temprano.
Esa es la manifestación de la necesidad del otro para construir equipo y compartir proyecto de mejora.
Leer ciencia pedagógica es también el arte de la escucha proactiva, de hacer círculo de estudio y colaborar desde el análisis personal y la puesta en la mesa de las elaboraciones personales, para discernir desde cada referente, desde cada caso los aportes.
Los docentes somos muy críticos y analíticos, evaluadores objetivos a veces, del hacer de los colegas, pero también somos muy comprensivos de que el tránsito por las escuelas públicas y los buenos resultados no siempre dependen de la buena voluntad del educador.
Como efecto indeseado del stress de la profesión se encuentra también la ruptura del grupo, la ausencia de trabajo en equipo, el aislamiento organizacional de las partes, el cuestionamiento abierto o el juicio velado del hacer del vecino, la omisión y no participación en la dimensión político-sindical del gremio.
Hacer política de altura para agremiados y organización sindical es una asignatura pendiente; respeto irrestricto a la diversidad ideológica, mentalidades diferenciadas y participación silente de una franja amplia de agremiados orgánicos.
Enriquezcamos y reinventemos la participación política, la coyuntura es favorable al cambio de perfil de la organización sindical.
El naufragio de la academia está garantizado si se le deja en voz de liderazgos eternos de obvia naturaleza política, de obvio interés sindical.
El sindicato y el corporativismo, la sobrevivencia de grupos de amigos y familiogramas, la franquicia del analfabetismo democrático de un sector de trabajadores lejano a los edificios seccionales, las dificultades para hacer viable un sindicato fuerte de lado de sus representados.
Ser docente es también militancia sindical y desde esa dimensión también se puede contribuir a la reinstalación de valor y misión social de la profesión.
Mientras no nos veamos, mientras postergamos el encuentro en asamblea, mientras hagamos otredad desde las pantallas pensemos, analicemos y no perdamos el sentido social del magisterio; no perdamos la visión del cambio en ciernes en materia sindical.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

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