Carrera perdida

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

para Miguel

El suicido es el acto a través del cual una persona se quita deliberadamente la vida.
Según el INEGI, en 2016 cometieron suicidio 6,291 mexicanos. De éstos, 5,116 (8 de cada 10) eran hombres. El rango de edad con mayor índice de suicidio es la población varonil de 20 a 24 años, con 16 suicidios por cada 100,000 varones. Por su parte, la tasa más alta de mujeres suicidas se presenta entre los 15 y los 19 años, con 4 muertes de cada 100,000.
El principal método suicida es el ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación: 82.2% entre los hombres y el 74.5% en las mujeres. El porcentaje restante entre los hombres (8%) se perpetra con arma de fuego mientras que las mujeres lo practican (18.3%) mediante envenenamiento por drogas, plaguicidas o químicos.
Jalisco ocupa el 8º lugar a nivel nacional.
El suicidio como práctica común cada vez cobra más adeptos. Y cada vez son más jóvenes. Aunque no existe una causa identificada con certeza, en todos los casos involucra depresión, incapacidad para afrontar la realidad, soledad, imposibilidad para relacionarse con los otros.
Si entre los adultos el suicidio es un hecho triste e inútil, entre los jóvenes es una tragedia. Significa dejar una vida inconclusa, una historia sin desenlace.
Los parámetros sociales resultan cada vez más imposibles de asumirse. El tener como ideal existencial (tengo, luego existo) no alcanza a la mayoría, dejando una sensación de frustración generalizada entre quienes aún luchan por construir una escala de valores. La competencia descarnada. Los arquetipos de belleza… Hay quienes se quitan la vida por considerarse feos, por irle a un equipo de futbol que no gana, por no gozar de la complacencia de una pareja o por reprobar Matemáticas. La falta de dinero, la carencia material… Los niños ya no quieren ser astronautas ni presidentes; quieren ser millonarios, adúlteros, Adonis y Afrodita.
En la lucha por fundirse con el prototipo, el desánimo es el mejor aliciente. El fracaso permanente motiva la frustración, territorio psicológico donde comprar una camisa de marca ofrece una razón de existir. Peinarse como el cantante de moda, hablar como los demás… Todo abona en la construcción de quienes no son y tenencia de lo que no les falta. Cuando al fin se parecen a todos, el yo profundo se difumina entre la jauría. Son un puñado de solos hilvanados por una mentira. La adolescencia es una colectividad abstracta en la que el individuo no significa nada: todos dicen lo mismo (nada), todos se parecen, todos creen en lo mismo: en nada.
Nunca tuvo más sentido lo que Sartre definió hace un siglo. Con la diferencia de que el ser resulta ilusorio e inasequible. Se vive en un estado de fracaso perpetuo. Los cánones se disparan a cañonazos. Los parámetros étnicos, estéticos y monetarios tiran la soga alrededor de una viga. El nudo en el pescuezo se elabora a voluntad. La gravedad hace el resto.
Algunos jóvenes se resignan a perder la carrera de la “perfección”.

*Director académico del Colegio SuBiré. jvalenci@subire.mx

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