Cámaras y micrófonos indiscretos

 en Graciela Soto

Graciela Soto Martínez*

Soy responsable de mi dicho, no de lo que tu entiendes de él y de todas las interpretaciones que puedan existir. Esta frase es de una jefa de sector de preescolar, la cual además es abogada, la maestra de maestras, Bertha Meléndez que fue mi jefa en la supervisión, lo refería por las diferentes interpretaciones que se le suelen dar a las palabras, a lo dicho, lo señalaba en el acta y hacía referencia a la ley cuyos artículos después son interpretados por todos a su manera, cuanto más algo de que se dice de forma espontánea y fluida.
Las formas de enseñar se han modificado de un momento a otro, fue por decreto, sin capacitación o preparación especifica, a partir de las declaraciones de pandemia y cuarentena, nos volcamos de lleno a una nueva manera de enseñar y comunicar. Antes se hablaba de dejar todo por escrito, esto para que el mensaje fuera claro y delimitar responsabilidades, hoy se puede decir que hay que tener cuidado con lo que se dice, el medio es el lenguaje verbal, un alto porcentaje de clases y reuniones escolares se llevan a cabo vía plataforma Zoom, Google Meet, Microsoft Teams, Skype y videollamadas de WhatsApp entre otras formas, con cámara y micrófonos, con la posibilidad de ser grabados.
La comunicación debe ser estudiada bajo este fenómeno, el lenguaje verbal y no verbal pueden ser comprendidos de distinta manera, un micrófono cerrado puede significar escucha y quita la interferencia de otros sonidos o bien desinterés en la interacción, las cámaras apagadas también son otro indicador con diferente significado como puede ser no estoy presentable, no funciona la cámara, no quiero mostrar mi espacio personal o tal vez indiferencia por la reunión o materia. El contexto y el momento son delicados, los educadores de todos los niveles están coexistiendo con su vida familiar y profesional, antes había un orden, cada ámbito se mantenía en su espacio lo que hacía una vida saludable, pero ahora esto convive a veces de forma pacífica y en otras impera el caos.
La invasión a la privacidad se ha visto afectada con este tipo de enseñanza y reuniones. El hogar es lo mismo oficina del director, sala de juntas, aula escolar, patio de recreo. Es la cámara la que capta los pequeños detalles cotidianos que, vistos de otra manera, revelan intimidades, por ello muchos optan por apagar las cámaras, sin embargo, esto es una barrera en la comunicación. La cámara, ese ojo indiscreto en ocasiones, ha mostrado más de lo que se deseaba.
En este tiempo de enseñanza virtual hay profesores que han olvidado apagar las cámaras y micrófonos mientras expresan sus frustraciones y verbalizan ideas momentáneas que quedan grabadas en estos medios, para después viralizarse y ser analizadas y cuestionados en las redes sociales, realizando un análisis semiótico improvisado que se convierte en linchamiento.
Es el caso de la maestra de Saltillo que expresó a otra colega su sentir por los trabajos, usando lenguaje altisonante común señalando falta de atención que se refleja en los trabajos y evaluaciones de los alumnos, fue en una llamada, no se percató de su cámara y micrófono abiertos, son los alumnos los que difunden la grabación, ahora la autoridad educativa está presionada y tiene el tema bajo investigación. En los sitios donde se expone el hecho hay un sinfín de comentarios a favor y en contra generando un bullying mediático.
Los maestros que descalifican con su lenguaje o ponen etiquetas a los alumnos requieren ayuda, su frustración o falta de habilidad para uso de los medios es evidente, pero ahora son quemados en la hoguera, expuestos a comentarios descuidados y descontextualizados por personas ajenas y que tienen una visión parcial. Esto es el positivismo en toda su expresión, fragmentación de la realidad.
Otro caso es el de un profesor de Perú que dijo: –Yo he venido a enseñarles a ustedes y no están respondiendo. ¿Qué sentirían? Desaliento, ni ganas de enseñar. Y es en este momento que ya no tengo ganas de enseñarles”, señalando su intención de jubilarse, la nota aclara que en ese momento sólo el profesor tenía la cámara encendida (https://www.eltiempo.com/cultura/gente/zoom-profesor-indignado-con-sus-alumnos-renuncio-en-plena-clase-virtual-de-zoom-en-peru-546133). Testimonios así están aconteciendo en esta realidad llena de subjetividades.
Acerca del uso del lenguaje ciertamente hay expresiones que pueden ser sancionadas, fríamente se puede desmenuzar y analizar cada palabra, son inevitables los juicios a priori, que si es misógino, discriminador de niños con algún espectro, autista y asperger, grosero, exigente y demás; el maestro que usó una etiqueta para referirse a alguien es ahora linchado mediáticamente, por ello no hay que caer en estas provocaciones. Carreras profesionales largas están en crisis por este fenómeno donde se revela alguna parte de la personalidad y del pensamiento.
¿Quién no en su ámbito privado se expresa de forma auténtica y se desahoga con palabras que para otros puedan resultar ofensivas? ¿Quién no ha explotado contra alguien tratando de que se comprenda el punto de vista expuesto? En el lenguaje mexicano hay mucha riqueza que hasta se han incluido estas palabras en el diccionario para poder hablar de los diferentes significados y connotaciones que se le dan dependiendo del contexto y tiempo en que son utilizadas. Este tipo de expresiones son un claro desahogo, episodios que no definen la vida completa, ni a la persona, eso lo mencionan los terapeutas cuando se busca ayuda, se revela la dificultad que tiene alguien para comunicarse.
La comunicación que tiene un componente no verbal ahora no puede seguirse, el otro no está físicamente para leerlo, sólo es una voz y las más de las veces una cámara apagada. El lenguaje en esta modalidad es un reto y un desafío, es la vía posible para estimular los canales de aprendizaje, pero también puede ser una trampa ante una expresión cuestionable, cuando no se cuido lo que se dijo y la difusión que se le da al evento.
La autoridad educativa o administrativa no puede sancionar expresiones y cesar por ello, lo que requiere es empatía y procesos de acompañamiento, no son las redes sociales los jueces de nadie, ven una noticia desarticulada, sacada de contexto y lanzada al vacío, ahí la gente ahora atenta a los fenómenos particulares se enganchan y hacen comentarios desde su celular, tableta o computadora, esto no les cuesta nada, ni los involucra o compromete, son dardos lanzados desde múltiples direcciones que van a ejercer presión. Aquí aplicando el método de estudio de casos se aplicaría una sanción de acuerdo con el hecho presentado, de tipo disciplinar o falta grave o no grave de acuerdo con los reglamentos vigentes y encaminarlo a buscar ayuda profesional para esa área de mejora.
Además, cada situación debe ser analizada desde la interdisciplina, la sociología y la psicología presentes, no somos los mismos a partir de los confinamientos, es necesario hacer un llamado a la autoridad educativa para que brinde el apoyo socioemocional del que tanto pregona, que es el enfoque de los planes de estudio haciendo énfasis en las áreas de desarrollo personal y social.

*Doctora en Educación. Jefa de Sector de Educación Preescolar en la SEJ. grace-soto@supervisores.sej.gob.mx

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