Autoengaño

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

Tuvo que pasar una elección llena de descalificaciones en contra de quien finalmente ganó la contienda electoral (Andrés Manuel López Obrador), y cuyo resultado vino a modificar todos los escenarios y paradigmas vigentes de la política. Con ello y como por arte de magia, las visiones, las posiciones y las prácticas de gobernar ya no serán las mismas a partir del 1º de diciembre, así lo han mostrado los primeros rounds de sombra y los diversos enfrentamientos de los futuros gobernantes contra quienes todavía controlan al país, principalmente los banqueros, los empresarios, los inversionistas, proveedores de gobierno y los políticos que han impulsado las prácticas neoliberales y la desarticulación de empresas estatales de vital importancia para el país como PEMEX.
Todos estos escenarios (y para sorpresa de muchos) han venido a dividir y a polarizar al país en cada situación que se presenta: a) en primer lugar la obligada aceptación del triunfo de López Obrador, b) después cada una de las decisiones que han tomado para conformar el gabinete y las primeras propuestas generadas desde las cámaras de diputados y senadores en cuanto a recortes de partidas de presupuesto, la austeridad republicana y el tema de la reforma educativa, c) hace unas semanas la consulta y la cancelación del Nuevo aeropuerto en Texcoco, d) recientemente el tema de las comisiones bancarias y la respuesta de los banqueros al presentar un escenario catastrofista en cuanto al precio del dólar y la caída de la bolsa de valores (que dicho sea de paso ellos mismos controlan), e) no menos importante el asunto de la Caravana de migrantes centroamericanos y los múltiples gestos de solidaridad, así como los granitos negros de manifestaciones racistas.
Qué decir de los temas educativos, el sólo hecho de cancelar la reforma educativa y desaparecer el Instituto Nacional de Evaluación Educativa es mucho decir, además de la distancia tomada por López Obrador con SNTE y el diálogo permanente con la CNTE marcan los caminos que tomarán las políticas educativas en este sexenio.
Ante este escenario, ¿qué pueden esperar los maestros, los estudiantes, las escuelas y la educación?, ¿sobre todo cuando han vivido en el control y sometimiento permanente por sus autoridades y representantes sindicales?, la fragilidad en que se han movido a lo largo de los años y la casi nula independencia, los ha llevado a vivir en un autoengaño de lo que aparentemente son y significan para el Estado educador.
Porqué digo todo eso, por la simple y sencilla razón de que los maestros sólo han tomado y asumido el papel de operarios de proyectos, modelos y reformas educativas, no así como diseñadores y constructores de propuestas pedagógicas viables para los escenarios donde se mueven, su dinámica es siempre la constante presión para hacer lo que se les presenta, cuando aun no han dominado las estrategias metodológicas de una propuesta gubernamental, llega otra y les dice que ya no es por allí. Tan sólo en la última década, la manera de cómo deben planear se les ha cambiado por lo menos tres veces, primero fue en base a propósitos y aprendizajes esperados, después por competencias y actualmente por aprendizajes clave, y no necesariamente el proceso es que la anterior visión engloba a la siguiente, sino que deben dar carpetazo a lo viejo porque, palabras más, palabras menos: “ya no sirve”, así de cruel y ninguneados son sus esfuerzos, aprendizajes y experiencia acumulada.
Qué decir del salario al magisterio, el gran grueso reciben remuneraciones similares o menores a cualquier otro egresado de carreras técnicas y universitarias, la plaza inicial de educación primaria (por ejemplo) recibe aproximadamente $10 mil pesos mensuales netos (500 dólares), quitándole pago de renta, comida, transporte material didáctico y cosas cotidianas por el estilo, sólo le alcanza para sobrevivir, no por algo se está anunciando un incremento salarial emergente para los maestros por el gobierno entrante.
Es claro que los siguientes escenarios políticos requieren de sujetos más participativos y dinámicos, los maestros no son ni serán la excepción, su participación como protagonistas reales de los procesos educativos es más necesaria que nunca, no sólo como educadores, sino como sujetos reflexivos que puedan incidir en las decisiones educativas, políticas y sociales, ya es tiempo de tirar caretas y eliminar de una vez por todas el autoengaño del que han sido presa, hoy en día no se concibe que dejen de actuar propositivamente en los diversos campos donde se mueven, es ahora o nunca, el destino de la educación es de ellos y de nadie más.
Por fortuna, los niños y jóvenes que asisten a las aulas sólo ven y conviven con los maestros, por lo tanto, son ellos la cara de la educación y eso será siempre un plus que estará de su lado, lo demás, (incluidos los ataques a su imagen, la manipulación y control que los ha hecho presa su sindicato y otras tantas cosas por el estilo), es pura ficción surrealista provocada por su inmadurez como sujetos, cuya realidad es que otros (autoridad y sindicato) decidan por ellos siempre y, lo peor, sin su consentimiento y opinión.

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

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