Ausencia de Juan Sentido Común

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

Desde nuestras lejanas clases de Español en la educación básica, aprendimos que la fábula es un género literario del que se obtiene una moraleja, esto es, una enseñanza moral.
Mucho deleite nos dio leer algunos de los clásicos de este género como Esopo, La Fontaine, Iriarte y en Jalisco a José Rosas Moreno.
Aprendimos también que en la trama de la fábula los animales se convierten en personajes centrales. En una especie de animismo infantil recreado desde los valores y problemas adultos los animales hacen uso de cualidades humanas como el habla.
En la fábula del argentino Gustavo G. J. Cirigliano escrita en 1959 participan contra su voluntad los cerdos, esos animales que eran alimento exclusivo del emperador en la China de la antigüedad y que las religiones musulmana y judía proscriben para fines alimenticios. Esos animales reserva de insulina para fines de tratamiento médico.
Pero ni el matiz religioso, histórico ni terapéutico, ni las variantes gastronómicas de los amantes de esta carne, son los puntos que ahora pretendo abordar.
La idea es muy simple. Invitar a la lectura del texto de Cirigliano, reconocido por su amplia trayectoria en la construcción del proyecto educativo de la Argentina.
En la fábula de Cirigliano los cerdos no hablan pero si son comidos, triste el destino de estos animales cuyas razas se han perfeccionado para rendimiento de carne y grasa ante las demandas extensivas.
Cerdos y burocracia, esta última si, obra de arte surrealista muy humana, cobran vida en la fábula de referencia.
La burocracia parece ser un estado normal de muchos de los servicios del estado moderno, seguramente que en algún momento no fue así.
La burocracia moderna, objeto de estudio weberiano; los cerdos, animales tan codiciados en la alimentación humana se enlazan en la trama de la historia.
La fábula de referencia plantea asuntos relativos al fuego y al incendio de bosques, hoy que el tema de los incendios es una llaga que supura en Guadalajara por el reciente incendio del bosque de La Primavera, hoy que el municipio de Zapotlanejo vivió también su contingencia ambiental por el incendio del basurero.
La fábula de los cerdos asados se desarrolla en un lugar indefinido, describe la manera como se integra esta burocracia en particular dedicada al asado de cerdos.
Sin aludir a ningún caso en específico, pero en clara referencia a las reformas y los cambios en materia educativa, en el cual el escritor es especialista, hace 60 años el argentino publicó este texto que viene a colación de nuevo hoy que estamos en tiempos de reforma del Artículo Tercero Constitucional y en tiempos donde se avecinan cambios para el sector educativo de los niveles de básica; porque la cuarta transformación dicho sea de paso, en razón de un trato diferenciado y de una práctica concertacesión en lo obscurito llamada autonomía, no toca a la universidad ni con el pétalo de una rosa.
No debe enorgullecemos a los mexicanos tanto manoseo del precepto referido a la educación nacional, no debe enorgullecemos que se están despertando algunas fuerzas políticas otrora calladas y hoy en valentía actuada. No debe darnos orgullo postergar los cambios necesarios.
Debe preocupar la dirección de la gestión y la enorme trivialización de asuntos de estado en materia educativa con lenguajes cantinflescos sobre evaluación, federalismo, cantos de sirenas de pseudoconcreción sobre formación de docentes como el anunciado apoyo a las escuelas Normales y recreaciones emergentes con la solidez de la plastilina.
Volvamos a la fábula.
Cuando se publicó, el sistema educativo nacional en México consolidaba expansión y burocracia.
El momento histórico mundial era la Guerra Fría. Mientras los bloques socialista y capitalista encabezados respectivamente por USA y la URSS estaban en plena Guerra Fría y luchaban por la supremacía militar, científica y tecnológica, en América Latina se gestaba el triunfo de la revolución cubana, en México se otorgaba el voto a la mujer y se diseñaba en el ámbito educativo el Plan de Once Años con el liderazgo del intelectual Jaime Torres Bodet.
Después de esa nota de contexto volvamos a algunos aprendizajes que puede proveer la fábula de Cirigliano.
La recreación que hace el autor refiere que los hombres después de una etapa de comer la carne cruda descubrieron la carne asada, esto al incendiarse accidentalmente el bosque. El sabor de la carne asada de cerdo los cautivó.
Primera lección la necesidad es la madre del sistema.
Hicieron gusto por esta manera de alimentarse.
Desde entonces se convirtió en tradición el incendiar el bosque cada que querían comer cerdo asado.
De esta manera, se constituyó toda una burocracia para organizar tal actividad.
Se formaron especialistas en vientos, maderas, crianza de cerdos, entre otras áreas.
El sistema no debía fallar y por tanto operaba con miles de personas.
Como en todas las empresas humanas, a veces había inconvenientes como el que se carbonizaba la carne o quedaba cruda de algunas partes de las piezas, pero como en toda institución de administración científica en búsqueda de soluciones había personal generando ideas para resolver tal problema.
Era el espacio para la propuesta.
La investigación científica al servicio del absurdo sistema.
Nadie proponía modificar el sistema hasta que un trabajador de las categorías menores llamado Juan Sentido Común en entrevista con el director general propone matar los cerdos, limpiarlos y ponerlos en rejas de metal para facilitar su cocción, para supervisar el proceso del asado.
A Juan Sentido Común se le hacen algunas preguntas relativas a que se va a hacer con los recursos humanos que su idea desplazará y que el sistema había contratado para su funcionamiento.
Juan Sentido común no tiene respuestas, aunque es sabedor de que su idea por sencilla es poderosa.
A Juan se le conmina a guardar silencio y a no divulgar tan temerarias respuestas so pena de perder el empleo y ser indiciado.
Nadie supo a donde se fue Juan.
Segundo aprendizaje: en los sistemas no hay cambios simples ni abrigo de las grandes ideas por sugerentes que estas sean. La burocracia aunque padezca elefantiasis resiste a ser revolucionada.
Desde entonces, plantea el autor a manera de corolario, se dice que a los cambios y las reformas lo que les falta es el sentido común.
Tercer aprendizaje. Juzgue usted estimado lector si la moraleja es vigente.
Mientras tanto sigamos leyendo fábulas de cuervos, cigarras, coyotes, víboras, alacranes, abejas; bosques, incendios, cerdos asados u otros personajes.
Si la ciencia, la filosofía, las recomendaciones técnicas son incapaces de aportar el corpus necesario para mejorar, tal vez en la literatura encontremos por acto de fe y tino algunas luces.

*Doctor en educación. Supervisor de Educación Secundaria del sistema federalizado. ruben-zatarain@supervisores.sej.gob.mx

Comentarios
  • Carlis S. Lopcer

    Amigo, Ruben. Te felicito por este Artículo. Me encantó. Un abrazo. Bendiciones

  • Dalia E Gomez

    Cuántos “Juan Sentido Común “ no deben operar sus ideas para no ver en riesgo su aceptación social o sobrevivir a un sistema generador de respuestas innecesarias, ese es mi sentir cuando debo asistir a la SEJ, lleno de personas sin sentido esperando la hora de comida,salida,vendiéndose productos y sonriendo porque ese es su esfuerzo laboral.

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