Atender abandono, deserción, reprobación y rezago
Carlos Arturo Espadas Interián*
A partir de fenómenos que se han intensificado, tales como el abandono, deserción, reprobación y rezago, las instituciones educativas han generado estrategias que permitan realizar acciones concretas para poder trabajar en favor del estudiantado y con ello construir plataformas de soporte que no únicamente lo recuperan, sino trabajan para prevenir situaciones que a la larga contribuyen al aumento de las cifras de los fenómenos citados.
Los esfuerzos son desde distintos frentes institucionales, desde cada institución y desde sectores de apoyo a esas instituciones, tales son los esfuerzos realizados desde las Secretarías de Educación y la ANUIES, por ejemplo, sin olvidar los correspondientes a cada sistema y subsistema de los distintos niveles educativos.
La identificación de las causas que propician el abandono, deserción, reprobación y rezago, permiten trazar líneas de acción concretas y enfocadas. Es necesario tomar conciencia del hecho que hay causales que las escuelas, del nivel que sea, no pueden atender, porque escapan a sus posibilidades operativas y de gestión.
Sin embargo, muchas de ellas pueden ser atendidas desde la etapa de ingreso con los aspirantes, pasando por el estudiantado en proceso formativo y terminando con los egresados. Lo importante es ampliar las visiones para incluir no únicamente a los aspirantes, sino a las instituciones de origen. Este primer momento resulta fundamental porque permite conocer a quienes aspiran ingresar a las escuelas y con ello perfilarlos para determinar sus necesidades y desde ahí verificar si la escuela tendrá la posibilidad de apoyar a quienes ingresen y poder lograr el perfil de egreso declarado y que es un compromiso social en todos los niveles.
En caso que la escuela no cuente con los recursos para apoyar a quienes aspiran ingresar, resulta más sano no aceptarlo y permitir que pueda ingresar en una escuela que cuente con los recursos, programas, apoyos y plataformas de soporte para contribuir a la formación plena de quien aspira.
Durante el trayecto formativo, una vez que se han inscrito en la escuela y se constituyen como estudiantes, se deben considerar programas de soporte como tutorías, asesorías, mentorías, becas diversas, habitaciones tipo internado para estudiantes, reconocimientos y estímulos, programas de transitar seguros, así como actividades que contribuyan a la formación de la identidad y a la formación humana: bibliotecas virtuales y físicas, salas de usos múltiples, cubículos con acceso a internet, salas de juntas, talleres, laboratorios, transporte, canchas… todo lo anterior por mencionar algunos.
Un poco antes de egresar y al momento de ser egresados, las consideraciones estarán centradas en programas de estadía, prácticas profesionales y servicio social donde puedan aspirar a ser contratados a partir de su desempeño, para ello se debe establecer un convenio que implique la contratación de un porcentaje de quienes salgan bien evaluados por las empresas o instituciones donde se inserten los estudiantes o egresados.
Por otro lado, se necesita construir una bolsa de empleo a partir de gestiones realizadas por el centro escolar para cobijar a los egresados, esas bolsas de empleo deben cubrir al menos el 50% de la matrícula de egreso de todas las carreras. Con ello se asegura que la sociedad tiene una necesidad con respecto a esos egresados.
Sin duda, la tarea es titánica, pero de no hacerla, únicamente se estarían generando medidas paliativas que poco o nada impactarán en la disminución de los indicadores negativos.
*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. cespadas1812@gmail.com