Ateísmo pedagógico y realidades escolares

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

Hace unos días una compañera docente, hoy directora de una escuela secundaria en el municipio de Tlajomulco, publicaba en Facebook una serie de fotografías y textos donde daba cuenta de los destrozos y el grafiti que había sufrido su escuela durante el pasado receso escolar, también señalaba que en otros momentos sufrió robos de equipo, mobiliario, lámparas y demás. Fenómenos de este tipo son cosa de todos los días en las escuelas públicas debido, entre otras cosas, al poco o escaso personal de seguridad y mantenimiento con que cuentan, en la mayoría de ellas y las cuales tenían plaza de velador, dicha función desapareció recientemente y ese personal fue comisionado a hacer otras funciones en los turnos matutino y vespertino.
La pregunta que siempre queda en el aire es por qué suceden esas cosas con las escuelas públicas, algunas respuestas emanan de que hay una descomposición a nivel social y donde el respeto a las instituciones es nulo o de poco significado para la población en general, otra posible respuesta es la representación social tan devaluada que tienen las escuelas públicas y otros espacios comunes como hospitales, plazas y calles, en dichos lugares la basura, el descuido de las cosas, el funcionamiento irregular y deficiente de puertas, ventanas, chapas, baños, jardinería, así como el deficiente mantenimiento y la escasa reposición de lo que se va destruyendo o deja de funcionar es lo común, rara es la escuela pública donde funcionan las cosas de manera óptima y se regularizan los desperfectos y fallas al instante.
En aquellas escuelas donde las cosas no se reparan o sustituyen a tiempo para su buen funcionamiento, además de ser un problema de estética, orden o falta de gestión del equipo directivo ante los funcionarios responsables, no menos importante la falta de apoyo de docentes, administrativos y personal de servicio, incluida la poca colaboración de alumnos, padres de familia y la comunidad en general por diferentes razones de aprendizajes en ese sentido, lo cual, por obvias razones nos lleva a identificar un vacío de orden pedagógico, por qué digo todo esto, porque cada cosa que se hace o se deja de hacer en las escuelas deja enseñanzas, no sólo los alumnos aprenden lecciones de ello, sino también los maestros, directivos y los diferentes protagonistas escolares. Más allá de los procesos escolares en las aulas, que ya es mucho decir, pedagógicamente hablando hay un desconocimiento de que las múltiples prácticas fuera del salón de clases son ejemplos positivos, negativos y significativos que van educando al colectivo, desconocer que hace cada uno de sus miembros, además de sus límites y alcances de responsabilidad son problemas pedagógicos que poco valor tienen cuando se revisan los temas educativos.
El verdadero problema de las escuelas es de carácter pedagógico, si realmente se atiende el tema de manera formal quedan de lado todos los discursos recientes como la Escuela al centro, los alumnos al centro, los intereses de los niños y jóvenes, además de todas las modas pedagógicas que duran lo que dura el capricho y las ocurrencias de los asesores enquistados en las oficinas de educación, es urgente voltear a la pedagogía como única alternativa y opción viable para sacar de la crisis a las escuelas y tener mejores resultados en la educación de la población.
En ese sentido, podrán pasar reformas, lo mismo con sentido liberal, de derecha, de izquierda, de centro, incluyentes, excluyentes, de origen nacionalista, exóticas, dictadas por organismos internacionales, copiadas de países desarrollados, etcétera, las cuales sólo serán historia al final de un ciclo o sexenio, pero, sino se atienden los principios básicos de la pedagogía al margen del discurso y acciones de quienes se obsesionan por imponer un estilo y una marca propia, definitivamente no se podrá avanzar ni recuperar los aspectos positivos que se van generando.
Queramos o no reconocerlo, en la actualidad hay una crisis de pedagogía, lo mismo dentro de las aulas como fuera de ellas, igualmente dentro de la escuela como fuera de ésta, las prácticas de una pedagogía para la vida y la sociedad es de una urgencia obligada, de otra manera es sólo dar vueltas, repetir erróneamente lo que se ha hecho en otros tiempos y volver a buscar responsables de por qué estamos como estamos tanto en lo individual como en lo colectivo, por lo pronto y sin ser demasiado exigentes, los invito a indagar el significado del término pedagogía que, digámoslo de la manera más modesta, es un buen empezar…

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

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