Aprender en red, en la red

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

Hoy, aun en medio de la pandemia y en el intento de rehacer el funcionamiento de las escuelas, se puede empezar a pensar en algunos de los productos de las situaciones vividas en torno a la educación. Un producto en especial considero debemos analizar y valorar. Se trata del aprendizaje en red.
Aprender en red supone “aprender”. Registradas en la literatura hay 56 teorías pedagógicas para suscitar el aprendizaje. En los tiempos recientes nos hemos acostumbrado a dos: Constructivismo y Cognitivismo. Son cercanas y tienen sus diferencias. Sin embargo, hay otras. Destaca el Conectivismo. Se le ha considerado una derivación sofisticada del constructivismo, ligada a las corrientes del constructivismo sociocultural, especialmente importante por el uso “educativo” de la tecnología del internet. Por esa nota es, para los educo–tecnólogos, cada vez más “la” teoría. De todos modos, el punto es hablar de aprender en red supone un contexto teórico acerca de qué es aprender y para quién dice algo sobre aprender en red.
Con brevedad anoto cuatro elementos del aprender. Las personas humanas aprendemos de manera permanente; es decir, el contacto con el mundo interior o el mundo exterior (lo que llamamos realidad) excita los recursos de nuestra biología asociados o diseñados para aprender. En segundo lugar, sabemos bien, aprender es un proceso total de toda la persona. Empieza por una perplejidad o pregunta capaz de suscitar una emoción que mueve y termina con una certeza, quizás provisional.
Enseguida conocemos hoy los elementos del proceso de aprender. Este “empieza” con el contacto con la realidad y “termina” en una certeza o en una duda que abre un nuevo ciclo de aprender. Es decir, aprender es un proceso incierto; puede transcurrir de maneras muy diversas. Esto permite afirmar o sospechar que “cada persona aprende según su modo” y “junto con otros”.
El aprendiz en red digital es un habitante de la red digital, lo cual añade mayores elementos disponibles pues al tener “existencia” digital, se pueden disponer sin obstáculo de distancia o de tiempo, todo lo que “vive” en la red.
Obliga al aprendiz a crear y dar cuenta de una identidad, a reconocer la del profesor y la de los estudiantes conectados en la red. La red, social o digital funciona mejor cuando todos los participantes saben con quién se interactúa.
Y, la red digital, obliga al aprendiz a ser un actor productor y no sólo lector u observador; y cuando el aprendiz se convierte en productor “cambia” la cultura del aprendizaje. Éste es quizá el punto más controvertido y a la vez el más interesante del “en la red”. El aprendiz puede ejercer su autonomía de aprender (qué, cómo, con quién, hasta dónde, porqué, para qué) con mayor poder y amplitud. Así, “aprender en red, en la red” hace del aprendizaje un proceso fascinante, lo cual puede ser un fruto de la pandemia.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

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