Apariencias

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

En un mundo que privilegia las apariencias, la moral no es redituable. Lo que parece es lo que es. Un criminal con traje es un hombre de negocios, mientras que un intelectual pandroso sólo llega al rango de “chairo”.
Los reptiles del interés se camuflan de buenas personas. Se tiran para que otros los levanten. Practican el melodrama como su excusa más depurada. Reciben una medalla con una mano mientras con la otra empuñan la daga con la que asesinan por la espalda. Si no se delatan, los traidores son prohombres y reciben estatuas.
El ascetismo es una práctica desprestigiada que se recluye en los manicomios, cuya terapia consiste en televisión por cable, poesía sin figuras de “influencers”, conversaciones con políticos mañaneros… El modelo social parte del principio de un falso humanismo, donde el afecto es meramente verbal y las buenas acciones quedan reducidas a discursos de fritura y declaraciones engañosas.
Mentir es el arte con mayores adeptos. El mal maestro manipula a sus alumnos; el falso amigo propaga chismes, el marido infiel remodela dos casas. Todos comulgan el domingo y recitan aforismos que escucharon de otros. Un buen mentiroso cobra cheques abultados. Pasa por mártir. Obtiene aplausos…
La honestidad estorba para la consecución de prebendas. El fin justifica los medios en la carrera por el éxito. La meta es sonreír en la portada de Forbes, en la lista de los ganadores de indulgencias que conserva la Mitra; los racistas disfrazados de filántropos, los estafadores con aureola de santos.
Si el Apocalipsis supone la destrucción del mundo, estamos muy cerca de la desaparición de la especie. No existe una ética común. Todos acomodan sus valores a su propia conveniencia. Santos Discépolo lo cantó en un tango:

“Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro,
generoso o estafador…”

Los zombis de la ignominia son mayoría. Su voracidad se adueña de las oficinas, de los templos, de las calles y avenidas. Parecen estudiantes, madres de familia, curas. Son lobos con piel de oveja en espera de una mordida.
Somos lo que parecemos. El hábito hace al monje. En el gran teatro humano, la indecencia asegura el protagonismo. “Retuiteros” en espera de un “like”.

*Director académico del Colegio SuBiré. jvalenci@subire.mx

Comentarios
  • Carlos Gilbert

    Excelsa prosa. En cada renglón, cada palabra re-construye el tejido artístico que plasma una verdad tejida en la mentira… que se legítima a sí misma y termina por legitimar el absurdo nuestro de cada día: quien habla de moral lo hace en la conciencia de que no lo es y entonces se construyen templos para redimir, cubierta la indulgencia, todo vestigio de inmoralidad.

    Gracias a quién nos regalo estas líneas.

    Carlos Gilbert

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