Altares y Catrinas Escolares

 en Marco Antonio González

Rubén Zatarain Mendoza*

Como parte de los proyectos de trabajo de algunas escuelas secundarias y en honor al festejo del Día de Muertos corren algunos afluentes de creatividad en la confección de catrinas y altares. Se abre la veta literaria en las expresiones musicales y en la composición de las clásicas calaveras.
Se reproduce socialmente a través del gusto por los alimentos la gastronomía mexicana, se bebe chocolate abuelita y se come pan de muerto (así lo refieren algunas respuestas de jóvenes secundarianos). El folklore y el movimiento de vestidos ondeados por las manos de las niñas y adolescentes al interpretar La Llorona, el garbo y la prestancia en los intérpretes de los charros calaveras que bailan sones y taconean al ritmo de los aplausos motivadores de sus madres, padres y familiares.
Se abre la oportunidad también de leer literatura y de hacer filosofía con el tema de la muerte. De hacer historia oral de biografías y causas de partidas.
De purificación póstuma de pasos por la vida y trayectorias. De la muerte, la imaginación y el recuerdo hay más riqueza, más significación en las generaciones adultas, que han visto y sentido más partidas. De la muerte y la pérdida, el poder de la recuperación obedece más a las mentes de años jóvenes. El encuentro con la vida es la cualidad de los estadios de edad de la infancia y la adolescencia. Honrar a los antepasados, hacer conciencia de la finitud de la existencia, hablar del amor a la vida como la antítesis de la muerte. La inmediatez de las pérdidas en la coyuntura sanitaria del Covid-19, la lejanía de las pérdidas de las últimas generaciones, la masificación de las vacunas, la mejora de las condiciones de higiene, el agua corriente y la penicilina. La vida saludable como espacio de formación escolar del eros, la prevención de adicciones (campaña nacional de abril de 2023) como riesgo de tánatos (fentanilo y vapeadores, entre otros) Las habilidades sociales en formación y el trabajo en equipo en el laborioso proceso de confeccionar una catrina, de diseñar y montar un altar en honor a los muertos. Que lío hacer que se queden de pie y que soporten el viento, acordar su estatura; que lío representa diseñar el vacío de los globos oculares y hacer que los dientes aparezcan simétricos y completos. Las distintas concepciones sobre la muerte en los distintos pensamientos religiosos, en las distintas biografías de niños, niñas y adolescentes, la neutralización del miedo, de la angustia de existir; la conciencia progresiva del valor de ser, la verificación del no ser en la propias ramas genealógicas pérdidas en el antes, en el trayecto familiar, en las ausencias de las mascotas humanizadas que se fueron y que cobran su partida con dosis de dolor. Y en el circo, el paso de la muerte de los trapecistas y alambristas. Y en los cuentos La muerte tiene permiso de Edmundo Valadez. Las pastas oscuras de los libros que abordan la muerte, ahora los emojis bailarines, los memes humorísticos. La vida inútil de Pito Pérez de José Rubén Romero, el espejo que refleja a muchos en el abismo de la soledad. El cuento de Macario de B. Traven, el personaje, el indígena, la pobreza, el hambre y el pollo, el egoísmo justificado, la muerte, el petate, colgar los huaraches y ahora los tenis.
Y en el poema de Jaime Sabines la esperanza y la regulación de las lágrimas: “Yo siempre estoy esperando a que Los muertos se levanten, que rompan El ataúd y digan alegremente: ¿Por qué lloras?” Y en la novela la sucesión de personajes muertos en Pedro Páramo.
Cada uno de nosotros con su propia colección de voces, imágenes y pérdidas. Y en las historietas el jinete de la muerte. Y en la lotería el esqueleto parado como una de las representaciones de la muerte; la clase del sistema óseo. La muerte como tema de la literatura, como guión de películas y documentales, la muerte y la exorcización de miedo en algunas canciones mexicanas que afirman que “La vida no vale nada” o ” Nomás un puño de tierra”. Y en los panteones la fiesta de la memoria, los visitantes que entran y salen, las coronas de flores y las lágrimas, los rebozos y los sombreros, el niño de la mano del adulto, el protocolo del dolor y la culpa cabizbaja, el surrealismo de la música de mariachi, de la música de banda, el pisto, la furtiva lágrima y el moco. Los niños, niñas y adolescentes entusiastas participantes, los que hacen de público observador admirador del desempeño de sus compañeros. El proyecto donde participan muchos, donde se dan aprendizajes diversos, las formas de socialización diversificadas fuera de las aulas. El encuentro con el desarrollo de aptitudes y habilidades. “No andaba muerto andaba de parranda” (Ni Sa Kinaken a Soba Kina, en zapoteco) convoca a su evento de arte y logro de conjunto una invitación de uno de los colectivos escolares. La historia, la geografía, la literatura, las artes y la química entre otras asignaturas que se dan cita en el encuentro de la expresión y formación integral. La integración del cuerpo, sensibilidad, inteligencia y habilidades sociales de trabajo en equipo. Las catrinas escolares contra la fuerza de gravedad, el papel y la decoración, las manos artistas y la sensibilidad de los autores. Los altares y sus dedicatorias, las fotos de los profesores y personajes que han partido, las flores de cempasúchil, las velas y el delgado papel de China picado ayer, frágil, volátil, desafiante como la existencia humana. El acercamiento a la obra de José Guadalupe Posada, de Diego Rivera y Frida Kahlo, entre otros. La escuela que educa en la vida y para la vida con canto y baile, con arte, pintura y dibujo. La escuela que hace honor a la muerte, a los rostros de los seres queridos que se dan cita en el recuerdo y se condensan en el volumen de una lágrima. El 2 de noviembre. La escuela que construye interculturalidad en el paquete formativo de niñas, niños y adolescentes.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

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