Alquimia gatopardista jalisciense. El arte de la simulación

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

Estamos, sin duda, ante el más grande desfalco a la educación pública en México, tanto por la SEP a nivel federal como de la SEJ (para el caso Jalisco). Todo ello con la complacencia y complicidad del SNTE y los demás organismos involucrados (llámense fundaciones, observatorios, medios de comunicación y el silencio pasivo del magisterio, directivos y padres de familia), digo esto porque no hay cuestionamiento, resistencia o crítica alguna de la sociedad al recorte presupuestal constante a la educación, lo cual se palpa en la falta de maestros para dar clases y atender estudiantes, igualmente con la ausencia de recursos de operación y la práctica real de una educación de calidad más allá de lo que se ve en los anuncios publicitarios de la reforma educativa peñista.
La semana pasada apareció una nota en un periódico local donde el secretario de Educación Jalisco Francisco de Jesús Ayón López, al señalamiento de que había reportes de padres de familia y directivos quejándose que hacían falta maestros en las escuelas, sin reparo alguno (tal como es su estilo “envidiable” en el uso de medios) negó tal acusación y en cambio aseguró que la nómina magisterial estaba cubierta por encima del 99% y que solo había problemas en 130 planteles pero que se comprometía a resolverlo en la primera semana de clases (compromiso, que por supuesto no sucedió a casi un mes de haberse iniciado el ciclo escolar).
La política de la actual administración educativa en Jalisco se ha caracterizado por maquillar y resolver a medias los problemas y rezagos que se van presentado, es un poco como la moraleja del Alcalde de Lagos, abrir un pozo para tapar otro pero que no se resuelve nada de lo esencial porque es una secretaría sin proyecto, ya que el proyecto es el propio secretario Ayón y sus infinitas comisiones en la SEJ, el SIAPA, IPEJAL y demás.
Para dar cuenta de que el recorte a la nómina, el “jineteo” de los recursos y la pasividad en la asignación de personal es una realidad innegable, pregunté a conocidos vía correo electrónico, WhatsApp y teléfono (entre ellos maestros, directivos, padres de familia y alumnos de educación básica) sobre si las escuelas donde trabajaban o asistían estaban completas de personal y la mayoría (salvo una) aseguraron que no era así, ya que el déficit es mucho más del 1% de los faltantes que afirma el secretario Ayón.
El proceso que sigue una plaza de la nómina magisterial al quedar vacante (ya sea por jubilación, renuncia o despido) es propio de un camino de incertidumbres por no saber a ciencia cierta lo que pasará con el grupo o los grupos de alumnos que atendía quien dejó la plaza, aquí se hacen presentes los magos de la simulación e inicia un proceso de desaparición de plazas, es un sistema que se replica en todo el país, no solo en educación, sino en todos los campos donde hay recursos materiales, humanos o financieros a la mano.
Lo normal (en la minoría de casos) es que entre el recurso que se fue y el que llega hay por lo menos una quincena que la SEJ deja de pagar (y cuyo recurso pasa a ser parte de los ahorros cuyo destino es todo un misterio y un secreto a voces entre los políticos), con la gran mayoría de vacantes pasan varias cosas, unas no se cubren justificando el recorte o no reposición de plazas en el famoso RAM (Relación Alumnos-Maestro), instrumento de medición que define (a conveniencia) la cantidad de maestros, personal no docente y directivos que una escuela puede tener por el número de alumnos, en otros casos se repone el recurso con interinatos (mientras llegan los maestros idóneos que ganaron su derecho por concurso). Estos interinatos, por cierto, no le genera al maestro ningún derecho, antigüedad, seguridad social o defensa del empleo.
Sabrá Dios en que datos se basa el secretario Ayón para decir lo que afirma y minimizar el problema de faltantes que no corresponden a la realidad que se vive en las escuelas. Las carencias y vacíos de las escuelas y el magisterio real no pertenecen al libreto ficticio de Nuñolandia y (guardando las distancias) el País de Magusín de Ayón, allí todo es felicidad y perfección como la publicidad de la reforma educativa y la gestión del gobierno peñista.
El gran problema de fondo de estos funcionarios del siglo XXI es que actúan como los ricos porfirianos latifundistas propietarios de miles de hectáreas y dueños de tierras, vidas y voluntades, no se dan cuenta de ello porque el poder los ciega, los hace intocables, soberbios, casi divinos y no se enteran sino hasta que dejan el encargo y, para su desgracia, luego andan como ánimas en pena y arrastrando una cobija harapienta que ya no da calor ni a propios ni a extraños.
Lo peor de todo es que las cifras y datos que presentan es acerca del vaso medio lleno y desconocen el vaso medio vacío del que beben la mayoría de personas de este país, a los que no les queda de otra que recibir el servicio de la educación pública y a quienes solo les toca fungir como usuarios del servicio y no de diseñadores y ejecutores, que esto les corresponde a las autoridades y que a toda costa insisten en hacerlo mal, de mala gana y pichicateando constantemente los recursos que se destinan a ello por derecho constitucional.

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com.

Comentarios
  • Ramón Escobar T.C.

    Excelente artículo por su claridad y veracidad.
    Avergüenza la estulticia y carencia de visión prospectiva de la SEJ.

  • Ramón Escobar

    Yo no le llamaría Alquimiia
    Sino trovadores del error mal sano y de la impunidad perversa

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