Abanico de realidades educativas

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

Siempre ha sido de todos conocido que en las escuelas se dan múltiples prácticas educativas, todo ello independientemente que exista un currículum oficial, así como disposiciones y directrices comunes. Cada escuela y cada docente desarrollan prácticas de diversa índole debido a múltiples variables, entre otras la formación inicial de los protagonistas educativos, los años de experiencia, el origen socioeconómico y cultural, los estilos de gestión de los directivos y la capacidad para generar propuestas de trabajo individuales y colectivas, entre tantas cosas.
Nunca como ahora el fenómeno de la diversidad de prácticas y de productos educativos se han visibilizado y de una u otra manera han aparecido los vicios y las debilidades de las escuelas ante una realidad diametralmente opuesta a la que estaban acostumbradas. El uso de tecnología y la programación en línea que le dan sustento a la educación a distancia apenas se empezaba a asomar a la mayoría de escuelas, principalmente públicas, y en un santiamén tuvieron que adaptarse a las circunstancias, de por sí, la modalidad presencial ya presentaba problemas de acuerdo a las distintas evaluaciones realizadas al estudiantado y a los cuerpos directivos y docentes, lo que se espera para las próximas evaluaciones no es nada halagador.
Sería complejo a primera vista dar cuenta de las diferentes prácticas que se han presentado, sin embargo, y de acuerdo a lo que comparten compañeros docentes y directivos, así como estudiantes y padres de familia, en este abanico de realidades esto es lo más común:

• Escuelas que han ido aprendiendo de sus errores y limitaciones desde marzo a la fecha y su adaptación ha generado prácticas donde docentes y estudiantes están en permanente comunicación por las diferentes vías (plataformas, WhatsApp, videos, programación televisiva), los profesores son puntuales y claros en las actividades que proponen, las evalúan y los alumnos reciben retroalimentación constante a las tareas, aquí juegan un papel importante los padres o tutores quienes fungen como mediadores entre los alumnos y la escuela, la mayoría de hogares cuentan con aparatos (computadora, televisor, teléfonos inteligentes, etcétera) y conectividad.
• Escuelas que no han entendido que están en otra realidad, donde la comunicación entre estudiantes y docentes es deficiente, se envían actividades, pero el seguimiento del avance o las dificultades que van presentando los alumnos no se sistematizan y poco se atienden, no hay personas fijas en los hogares que funjan como mediadoras para resolver las dificultades, muy pocas familias cuentan con aparatos y conectividad, aquí se presentan casos de deserción y el incumplimiento de tareas es evidente.
• Escuelas sin control y que su función es la sobrevivencia, aquí la comunicación entre docentes y estudiantes es mínima, sólo le apuestan a la programación televisiva y el seguimiento es casi nulo, a lo sumo y de cuando en cuando se envían comunicados y una que actividad sólo para cumplir, en estas escuelas el personal está incompleto y los hogares carecen de aparatos y conectividad, se presenta una alta deserción de alumnos.

En fin, lo cierto es que en estos últimos seis meses ha sido difícil para las escuelas dar respuestas a la sociedad y resolver las necesidades educativas de los alumnos, sobre todo para aquellos hogares donde las 3, 4 o 6 horas diarias de atención era un respiro y una gran ayuda para contener toda esa energía que cargan niños, niñas y adolescentes.
Se habla de un regreso a clases presenciales para mediados o finales de octubre, de ser así, una primera tarea es analizar y evaluar el abanico de realidades educativas que están presentes en esta manera de dar clases y, poder actuar en consecuencias para mejorar de una vez por todas lo que se hacía en las escuelas antes de la pandemia.

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

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