Propósitos y despropósitos educativos para el año 2018

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

El día de ayer (lunes primero de enero), y debido a nuestros convencionalismos con el manejo del tiempo ha iniciado oficialmente el Año Nuevo. El 2018 se aparece por la azotea de nuestra casa con tres grandes elementos vinculados con la realidad mexicana:

a) Es año electoral en donde habrá cambios en la escena política que se esperan radicales.
b) Producto del cambio político también se visualiza posibilidades en cambios educativos.
c) En educación se abre un signo de interrogación en lo que respecta a la continuidad o ruptura de la reforma educativa.

Debido a la costumbre y tradición de los mexicanos en muchos sectores se trazan o se proyectan deseos, “hacer dieta, bajar de peso, hacer ejercicio, dejar de beber licor, casarse, tener un nuevo hijo, comprar casa nueva”. El etcétera es larguísimo, aquí cabe todo lo que uno no tiene pero lo desea, terminar las cosas inconclusas, no cerradas o postergadas entran en esta categoría.
De esta manera en educación también tenemos un escenario para el 2018, lo dividiremos entre lo deseable, lo posible y lo in-deseable.

1.El escenario deseable para el 2018

El deseo en educación está en función de que sucedan cosas inéditas, el deseo está más ligado a la utopía que a la realidad en cuanto a la tendencia que hemos vivido hasta ahora.
Es deseable que en el 2018, se cancele de manera definitiva e integral el fallido intento de reforma educativa, pero no sólo eso, también se trata de que se vayan los neoliberales que han copado y hegemonizado el campo educativo y las decisiones en educación.
Se trata en este escenario deseable que la educación cambie su curso, que los docentes de nuevo cobren el protagonismo que tuvieron en otro tiempo, en cuanto a la capacidad de decidir y en cuanto a la autonomía, es necesario sentar las bases de una reforma educativa integral, para ello se requiere recuperar los derechos laborales de los profesionales de la educación perdidos en el actual sexenio y recuperar el organismo sindical para desde ahí poderle darle fuerza a los planteamientos alternativos.
En este escenario deseable se genera un nuevo vocacionismo en la función de educar, el cual recuerda la vieja mística y la entrega en el trabajo, pero con un sentido nuevo, moderno en donde los docentes logran intelectualizarse en su trabajo y la vocación se profesionaliza y se prestigia de nuevo la función de educar ante los ojos de la sociedad.

2. El escenario posible para el 2018

Para el 2018 el escenario posible está condicionado a partir de un alto nivel de continuidad, la tendencia es que la reforma educativa trascenderá el actuado sexenio y logrará vivir una nueva etapa en el siguiente. El pacto político del 2012 de nuevo golpeará a la educación y en el 2018 pero ahora refuncionalizado. La reforma laboral y administrativa (nunca educativa) afinará piezas, hará ajustes para continuar con el agresivo despliegue de una educación descaradamente neoliberal en México.

3. El escenario indeseable para el 2018 en educación

El escenario indeseable pero posible de la educación para el 2018, es que habrá una profundización en cuanto a una nueva etapa de la reforma laboral, ahora se trata de desmantelar el SNTE, que los docentes no tengan ninguna instancia que defienda sus derechos e intereses laborales. Las contrataciones temporales con salarios humillantes para los educadores sustituyen a lo que fue en otro tiempo la plaza de base. Continuará la obsesión por la evaluación, pero ahora con un ingrediente nuevo, aderezarla como mecanismo de control y de espinionaje para conocer realmente la ideología y las mentalidades colectivas de los docentes en México.
De nuevo se optará para estar al frente de la SEP, por un personaje de bajo perfil, un político de segunda división que le permita a los organismos empresariales y a los nuevos grupos de interés desplegar su proyecto privatizador en educación.
El escenario educativo para el 2018 no es un espacio neutral se convertirá en un juego en disputa de proyectos y de ideas y la capacidad de negociación entre dichas propuestas y los grupos que las encabezan. Es obvio pensar que somos muchos los que visualizamos un mejor escenario (mas democrático, y participativo) pero dicho escenario debe ser construido sobre la base de la organización propia y la confrontación con el resto de las agencias que están en juego en el campo o en la arena política.

En última instancia lo que pase en el 2018 en educación será producto de la capacidad que tenga el mejor proyecto y sus consensos para sacar adelante la mejor propuesta para México. Ojalá y la iniciativa democrática salga victoriosa.

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la Unidad 141 de la UPN Guadalajara. mipreynoso@yahoo.com.mx

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